El recientemente elegido presidente de Rusia, Vladimir Putin, no tiene respiro ya que tendrá que seguir enfrentando la guerra en Ucrania, fuertes sanciones económicas impuestas por Occidente y el reciente ataque terrorista en la sala de conciertos Crocus City Hall, en el suburbio moscovita de Krasnogorsk, que dejó un saldo de alrededor dos centenas de muertos.
Putin encabeza su quinto mandato, no consecutivo, consolidando así su posición en el poder durante 24 años; combinando períodos como presidente y primer ministro, está en camino de superar el récord de Joseph Stalin como el líder ruso que más tiempo ha estado en el poder.
En agosto próximo, Putin cumplirá 25 años en el centro de la política rusa. Ser miembro y luego director de la KGB, su primer cargo público en 1990, le permitió ser director de relaciones internacionales de la ciudad de San Petersburgo. Nueve años después, sería elegido primer ministro del entonces presidente Boris Yeltsin, quien, acorralado por severas denuncias de corrupción y ante una galopante crisis socioeconómica, le dejaría interinamente la presidencia de la Federación Rusa.
Analistas políticos consideran que con la llegada de Putin al poder, Rusia vivió un refortalecimiento geopolítico, puesto que la fuerte respuesta de Moscú en la guerra contra Chechenia le permitió reordenar el complejo sistema político ruso, con 89 entidades federales, en torno a su figura y así sus primeras elecciones presidenciales con el 53% de los votos.
El analista político Roberto Covarrubias indica que su habilidad negociadora, su empeño de hacer de Rusia una nación poderosa y su mano firme en la toma de decisiones han permitido que los niveles de legitimidad nunca hayan sido verdaderamente cuestionados.
Hasta los más importantes señores de la guerra chechenos, musulmanes y separatistas, se han alineado a su liderazgo y han ido a Ucrania a combatir en su nombre, de indudable vinculación con el cristianismo ortodoxo ruso, una de las fuentes ideológicas de su nacionalismo panruso.
Tras los resultados electorales, una moscovita declaró a la agencia de prensa RIA Novosti que Putin es el líder indiscutible de la Rusia de hoy.
“Él es nuestro líder, la mayoría lo apoya y ahora, de hecho, la operación militar especial está en marcha, por lo que es mejor no cambiar de caballo en medio de la corriente”, indicaba.
Sin embargo, con el conflicto bélico contra Ucrania, iniciado hace tres años, las “sanciones” económicas contra Rusia no vinieron solo de la mano de los Estados. Decenas de empresas globales de todos los sectores de la economía, principalmente de origen estadounidense y europeo, realizaron un cese oficial de sus actividades en el país.
A partir de allí, Moscú se vio obligado a redefinir su proyecto estratégico. Con la operación militar especial sobre Ucrania, las relaciones comerciales entre la Federación de Rusia y los países de la Unión Europea ingresaron en un gigantesco black-out (apagón). A partir de allí, el propio Putin encabezó los esfuerzos para determinar una asociación “sin límites” con China, como ambos Estados rubricaron en un comunicado conjunto en febrero de 2022, pocos días antes de las operaciones rusas en el Donbás. Tal definición constituyó un verdadero giro económico hacia el Oriente, que incluye la ampliación de las relaciones económicas con la India y la reciente ampliación de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).
La guerra en Ucrania abre nuevos frentes. En caso de confirmarse la participación de actores ucranianos o disidentes rusos en el atentado en Moscú, quedaría en Putin la decisión de sostener el conflicto en el frente como se encuentra ahora, afirmando que los civiles deben ser protegidos, o bien, responder al atentado pasando a considerar a estos como blancos válidos, lo que significaría un brutal escalamiento en el conflicto. En cualquier caso, el hecho es un enorme desafío a su liderazgo. El líder ruso calificó de sangriento y bárbaro el atentado terrorista y prometió castigar a los autores, organizadores y financiadores.
En un mensaje a la nación, Putin lanzó una dura advertencia contra los autores e ideólogos del ataque terrorista y prometió castigarlos donde se encuentren. La detención preventiva de varios acusados, fijada hasta el 22 de mayo, podrá ser prolongada a la espera de su juicio, cuya fecha aún no ha sido decidida.
Los opositores saben que las advertencias de Putin no son solo advertencias, sino que las cumple hasta hacerlas realidad, para bien o para mal.
(*) Alfredo Jiménez Pereyra es periodista y analista internacional