El principio del fin de la marihuana ilegal está aquí. El 16 de mayo, el Departamento de Justicia tomó medidas formales para reclasificar la marihuana del Anexo I de la Ley de Sustancias Controladas al Anexo III. Esta medida no afectará la legalidad del uso y las ventas recreativas a nivel federal. Sin embargo, es el paso más grande hasta ahora hacia la abolición de la ficción legal de que el cannabis es tan peligroso como la heroína. Y coloca a la marihuana —consumida más que cualquier otra droga ilícita en el mundo— en el camino hacia un uso recreativo totalmente legal, que la mayoría de los estadounidenses apoya.
Nada menos que una legalización total pondrá fin a la injusticia que conduce a cientos de miles de arrestos anualmente por delitos relacionados con la marihuana y deja a millones de personas de color marcadas desproporcionadamente por la criminalización.
Pero la reciente medida facilitará la investigación, permitirá a los vendedores en los estados que han legalizado deducir los gastos comerciales de sus impuestos federales y permitirá a la Administración de Alimentos y Medicamentos regular la marihuana medicinal si decide hacerlo. También ofrece una oportunidad para comenzar a pulir los detalles de cómo debería ser la supervisión federal del cannabis si llega el momento, tanto para reparar daños pasados como para proteger la salud pública. Una regulación eficaz requiere equilibrar los riesgos opuestos para reducir el daño que hemos visto causado por productos peligrosos del mercado negro y, al mismo tiempo, evitar que el marketing engañoso promueva el uso excesivo.
Por supuesto, la legalización no está exenta de riesgos. Algunos estudios muestran que aumenta la conducción bajo los efectos del alcohol, y uno de ellos relaciona un aumento del 16% en las muertes con la legalización de actividades recreativas. Otros, sin embargo, no encuentran efectos o incluso una reducción, debido quizás a que las personas consumen cannabis en lugar de alcohol. En pocas palabras: las predicciones más espantosas sobre la legalización de la marihuana no se han confirmado a nivel estatal, lo que es un buen augurio para la legalización federal.
Un problema grave que es necesario resolver con una regulación federal es la persistencia del mercado negro. La experiencia con la regulación de otras sustancias podría guiar la creación de una política federal sobre la marihuana. El gobierno puede frenar aún más el comportamiento riesgoso poniendo controles a la publicidad. Los reguladores también deberían prestar especial atención a los nuevos y potentes productos de cannabis, que algunos estados permiten sin mucha supervisión.
El 1 de mayo, el líder de la mayoría del Senado, Chuck Schumer, reintrodujo un proyecto de ley que pondría fin a la criminalización federal de la droga, eliminaría ciertos delitos relacionados con la marihuana y crearía un marco para regular los productos de uso recreativo. Aunque es poco probable que el proyecto de ley sea aprobado por el Congreso esta legislatura, el choque actual entre las políticas federales y estatales no es sostenible, mientras el apoyo público al cambio siga siendo fuerte. Para avanzar, debemos encontrar un término medio entre inundar a los niños con anuncios de marihuana y encarcelar a las personas por fumar o vender marihuana. La administración Biden ha dado solo el primer paso.
(*) Maia Szalavitz es escritora y columnista de The New York Times