La conducta agresiva y provocadora del presidente de Argentina, Javier Milei, con presidentes de la región y de España, se resume en que el mandatario tiene total desconocimiento sobre política exterior, su discurso está intoxicado por la violencia verbal y tiene desprecio visceral contra quienes piensan diferente a él.
Los exabruptos que lanzó Milei en los cinco meses y medio de gobierno contra otros mandatarios demuestran su accionar “cavernícola” en temas sobre relaciones internacionales.
Recordemos que antes del reciente impasse con el jefe del gobierno español, Pedro Sánchez, los presidentes de México, Colombia y Brasil fueron blanco de los ataques furibundos del “libertario”.
Antes de asumir la presidencia de Argentina, los insultos más sonados se las dedicó a su compatriota, el papa Francisco. Sin embargo, el ultraconservador no exorcizó sus demonios socialistas en los casos de los presidentes de México, Chile y Brasil, a quienes descalificó durante su campaña presidencial.
Ataques que llegaron a provocar la ruptura de lazos diplomáticos con México y Colombia, parecido al que surgió con España.
Milei insistió en la campaña electoral en que no se relacionaría con países “socialistas y comunistas”. Más allá de lo inviable de esa promesa, nadie esperaba que la “diplomacia presidencial” incluyera semejantes niveles de riesgo para relaciones vitales en el vecino país.
La oposición al gobierno del ultraliberal populista, así como los principales medios y analistas de Argentina, coinciden en que el camino tomado por Milei es muy desaconsejable.
En los cinco meses y medio que lleva en la Casa Rosada, Milei no tiene ni idea de lo que fue su retórica incendiaria durante su campaña electoral y lo que implica hablar como representante de un país del G-20, tercera economía de América Latina y de históricos lazos con Europa.
Milei desconoce de las grandes inversiones españolas en territorio argentino y que sus exabruptos hacen peligrar cualquier relación comercial entre ambos Estados.
El mandatario argentino necesita con urgencia dólares y el choque con Madrid no hace más que poner a las empresas españolas en un nivel inédito de cautela y preocupación por la estabilidad política argentina que afecta a sus negocios.
Según el Ministerio de Relaciones Exteriores de España, las empresas españolas tuvieron el año pasado inversiones en Argentina por casi $us 21.500 millones, un 15% del total global.
Como la presencia de Milei en España no fue en el marco de una visita oficial, el embajador argentino en Madrid, Roberto Bosch, mantuvo reuniones con segundas líneas y directivos latinoamericanos, pero no asistieron los principales empresarios españoles.
Los pesos pesados del empresariado español que evitaron la reunión fueron Ana Botín, la histórica titular del Banco Santander; Florentino Pérez, el dueño del Real Madrid y accionista mayoritario de Abertis, la empresa que opera las autopistas de Ausol en Argentina en sociedad con la familia Benetton; y el jefe de Telefónica, José María Álvarez Pallette.
Naturgy, la energética que en Argentina distribuye gas en la zona oeste y norte del Conurbano, llevó a Pedro Larrea Paguaga, el director general de Redes. El supermercado Día mandó al CEO argentino, lo mismo que ocurrió con el BBVA, que llevó a Jorge Azcánaga, el jefe de Latam.
Lo que más llamó la atención de los expertos en estas gestiones internacionales fue la no presencia de Botín, que se reunió con todos los presidentes, desde Cristina Fernández y Mauricio Macri hasta Alberto Fernández.
Mientras el círculo diplomático argentino se convulsiona ante una política exterior que va bastante más allá de la heterodoxia, la oposición más dura a Milei lo denunció penalmente por viajar a costa del Estado sin reuniones oficiales.
Mientras no sea declarado “persona no grata” por el gobierno español, el Boeing 757-256 del mandatario será visto nuevamente en el aeropuerto de Barajas, cuando Milei regrese al país ibérico para recibir el 21 de junio el premio del Instituto Juan de Mariana por la “defensa ejemplar de las ideas de la libertad”.
Milei tiene un mes para recapacitar y cambiar su discurso agresivo e incendiario que no le hace nada bien al país vecino.
(*) Alfredo Jiménez Pereyra es periodista y analista internacional