La confianza del ciudadano puede ser objeto de manipulación; esto se hace patente con el surgimiento de nuevos canales de comunicación y la difusión de noticias de dudosa calidad que dejan a quien las recibe a merced de los embates producidos por la información falsa.
Con el uso de las nuevas tecnologías, se han producido cambios importantes en el consumo informativo por parte de los usuarios; sumado a ello, las redes sociales y medios digitales han contribuido al auge de diversos contenidos a partir de la interacción y generación de información desde los propios usuarios. En este contexto, la información falsa se ha ido posicionando como contenido en el sistema actual, que va más allá de ser contenido falso para presentarse como parte de una estrategia tendente a restar legitimidad a determinadas posiciones, sociales, económicas o ideológicas, sea ello en escenarios electorales u otros; pues es incontrastable que el miedo es un producto vendible y fácilmente manipulable, asi como el miedo colectivo ante la posibilidad de una crisis, real o no.
Una herramienta que se pone de manifiesto posicionar la posibilidad de crisis en la mente de la sociedad; en este escenario completamente imaginario, surgen el agio y la especulación, la adquisición de víveres y otros que pudieran percibirse sin justificativo real como escasos. En este posicionamiento se ve que el desvío u ocultamiento de diésel por el imaginario de su escasez, lleva a la formación de filas de vehículos en las estaciones, en una sobredemanda que evidencia los efectos perversos de la manipulación informativa.
Ahora, información falsa no se genera espontáneamente, sino como estrategia política, y requiere de un andamiaje comunicacional que la haga creíble y configure un contenido informativo viral, garantizando su eficacia a la hora de desinformar a los usuarios, generando así un desorden informativo.
Una o varias noticias falsas en la contienda política pueden generar una ruptura de consensos en los panoramas político-sociales, que se dan en una dimensión cognitiva cuando el ciudadano alinea el contenido de la información con sus creencias o preferencias políticas, produciendo así que la información se difunda sin determinar su comprobación. Este fenómeno se produce sin que se pueda advertir la intención de causar daño al oponente, dejando de lado el mayor daño colateral: la afectación a la economía tanto individual como colectiva de una sociedad.
En suma, la información que no pasa por un proceso de contrastación o análisis; los receptores de ésta, no podemos detectar su veracidad y, para ello, es necesario incorporar en estos nuevos canales elementos de detección como la procedencia, los datos que la respalden, los protagonistas o la presencia de juicios de valor carentes de análisis, o hechos a priori.
Finalmente dejo para el lector algunos datos cuantitativos y verificables que le permitirán analizar la existencia o no de una crisis en nuestro país: en Bolivia, el Producto Interno Bruto (PIB) en 2023 creció alrededor del 3%, importando el mejor desempeño a nivel de la región; la tasa de inflación de 2,12% al cierre de 2023 y la acumulada de 1,31% al primer cuatrimestre de este año son de las más bajas a nivel regional.
(*) Rosa Vargas Costas es abogada