Un afiche en la Cinemateca alerta sobre una nueva película, aparentemente boliviana. Se llama Cielo. El cartel no tiene créditos. No hay pistas sobre el director o directora ni tampoco sobre el reparto. Solo una frase enigmática: “¿Hasta dónde llegarías tú para alcanzar el cielo?”. Abajo, en letra menuda, está el nombre de la productora: Luchadora Films.
Pregunto a mis cuates laburantes de la Cinemateca. El jueves once de julio hubo un pase privado de Cielo. Y una fiesta (también privada) en el segundo piso con dijeis, cholitas cachaskanistas, la rapera Alwa y hartos “gringos”. Hasta las tantas. Alguien me dice que el pase era “secretísimo”. Alguien olvidó retirar el afiche, pienso. El cartel es una pintura de Cristian Laime Yujra, El Chino (es su estilacho, sin duda, solo falta su mamá en el cuadro). Son dos mujeres de pollera, comiendo pescado vivo; así arranca el filme.
Tiro del hilo de la productora “luchadora” en la base de datos más grande del cine (imdb). La empresa es de John Alton Dunton-Downer, un cineasta y productor de documentales para canales como Discovery Channel. Es de California pero vive en Londres, tiene 61 años. Es también el esposo de Ana María Vera Woudstra, famosa pianista impulsora del Festival Bolivia Clásica, la que fuera una niña prodigio.
La productora me lleva al (primer) nombre de la película: The Bolivian o La Boliviana. Entonces me acuerdo de una “pepa” que me contó el bueno de Gastón Ugalde (que los achachilas lo tengan en su gloria). “Han llegado para filmar una película unos gringos y me han llamado para que los asesore porque van a rodar en el Salar de Uyuni”. Me pasa el nombre del director. “No te puedo contar más, vasco”. El nombre era/es Alberto Sciamma.
Tiro otra vez del imdb. Sciamma, catalán nacido en Barcelona hace 61 años, reside en Londres. Todos los caminos conducen a la vieja capital del imperio británico. Dunton-Downer, Vera y Sciamma; tomando el té de las cinco y soñando con una película en un país lejano con un salar inmenso; Bolivia quizás.
Alberto Sciamma ha rodado nueve obras, entre películas y documentales musicales (tiene tres sobre la banda rockera Héroes del Silencio). Su “ópera prima” data de 1996, es una coproducción española/inglesa. Se llama La lengua asesina/The killer tongue. Género: terror fantástico/erótico, gore y con una pin-up sexy en el afiche.
El argumento roza lo demencial: una atracadora de bancos disfrazada de monja (no sé por qué me imagino a María Galindo) se come un meteorito (con potente energía sexual) y logra poderes sobrenaturales (y una lengua caníbal de yapa). Pululan por la película cuatro caniches convertidos en tres drag-queens y un principito gay. La protagonista es la gringa Melinda Clarke, conocida por participar en la tercera parte de Return of the living dead/Mortal zombie. Me comienzo a preocupar por (el) Cielo.
Las últimas cuatro películas de Sciamma son para suspirar/correr. Anazapta (2001) es un “thriller” medieval con peste negra; Las mansiones de Jericó (2003) es otra de suspense con James Caan y Maribel Verdú; Bite (2015) es una de vampiros (con el exfutbolista Vinnie Jones, el jugador más duro de la historia); y I love my mum (2018) no es —como usted podría imaginar— otra erótica de esas «raras», sino una road movie en Marruecos. Ubiqué a Sciamma en el «tuiter», le mandé un cuestionario en junio del año pasado y nunca respondió.
En la fiesta del pase privado (el “secretísimo”) dicen que están casi todos y todas: la crew boliviana y los gringos que sacan fotos como japoneses (especialmente a las cholitas cachaskanistas, secundarias en el filme). A estas alturas se conoce a los productores extranjeros: Alexa Waugh, Bettina Kadoorie, Razwana Akram, Gareth Jones y los locales: Paola Gonsálvez (junto a la tropa de Pucara Films) y Gerardo Guerra. Se sabe algunos nombres del reparto: la niña protagonista de ocho años Fernanda Montserrat Aranda, Fernando Arze Echalar, Cristian Mercado, Juan Carlos Aduviri, Mariela Salaverry, Carla Arana y Luis Bredow (que otra vez hace de cura). El encargado de la banda sonora es Cergio Prudencio.
La película anteriormente conocida como La Boliviana (título provisional o working title) narra la historia de una niña —llamada Santa— con poderes mágicos que emprende un viaje “friki” por toda Bolivia (Uyuni, Hampaturi, Curahuara de Carangas, Santiago de Collana y el “Camino de la Muerte”) para llevar el cadáver de su madre muerta/viva al paraíso/cielo, un lugar tan físico/real como otro.
La película inicia ahora su recorrido por festivales. La fecha de su estreno en Bolivia pronto dejará de ser “secretísima”. La deben estar charlando a la hora del té en Londres.
(*) Ricardo Bajo es magíster pipoquero