La enorme cantidad de datos y el vertiginoso procesamiento que requieren para dar vida a las tecnologías de Inteligencia Artificial (IA) tienen serios impactos ambientales, principalmente en lo que se refiere al uso de agua y de la energía. Grupos de defensores ambientales y de derechos humanos se oponen a las construcciones de estas infraestructuras en los más variados lugares en el mundo, que son siempre inversiones de grandes empresas tecnológicas como Google o Microsoft porque, dicen, los data centers usan el agua potable destinada al consumo humano en poblaciones vulnerables, profundizando sus condiciones de pobreza.
Los data centers o centros de datos son espacios llenos de computadoras encendidas todo el tiempo que procesan datos incansablemente, esto calienta los equipos que tienen una estricta medida de temperatura. Enfriarlos se convierte en la prioridad número uno en la gestión de estas infraestructuras, y para eso se usa agua potable o energía eléctrica.
Este rechazo a la construcción de data centers sucede por igual en Mekaguda (India) como en Querétaro (México) o en el norte de Chile. En este último caso, la situación tiene aún un ángulo más dramático porque Chile es un país con escasez de agua. Es decir, Chile está ante un dilema de dedicar la poca agua que tiene a inversiones de acuerdo a su plan nacional de data centers para generar desarrollo económico, o dedicar ese escaso recurso a las necesidades humanas más básicas de las poblaciones que viven en los lugares que albergan los data centers.
Las autoridades, al igual que las grandes empresas tecnológicas responsables por esas infraestructuras, dicen que los data centers crean empleos directos e indirectos para matizar la crítica ambientalista, pero ¿de qué sirven los empleos en un territorio que no tiene agua para tomar o donde el agua potable es carísima?
En cuanto al uso de energía se estima que energías renovables más limpias, es decir, con menor efecto ambiental, podrían resolver —al menos en parte— la cuestión. Se habla de energía solar y eólica para enfriar el calor de la IA, pero lo cierto es que las prioridades de gobiernos y empresas no suelen estar en el uso sostenible de recursos sino en ganar la carrera de la IA, así que los caminos de innovaciones tecnológicas de energía sostenible se mueven más lentamente que los que aseguran obtener mayores capacidades de análisis de datos.
Esto está además acompañado por una narrativa que liga a la IA con lo moderno, lo deseable y lo cool, que por supuesto nunca menciona estos altos costos ambientales que ponen en riesgo la sostenibilidad del planeta y de la descendencia humana, y de todos los seres vivos en la tierra.
Eliana Quiroz
es ciberactivista y burócrata. blog:
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