Al fin se conoce un contrato de Extracción Directa del Litio (EDL), el firmado entre Yacimientos del Litio Boliviano (YLB) y Uranium One Group (UOG). El contrato enviado a la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP) deberá ser analizado, debatido, aprobado o rechazado. Una lectura inicial nos mueve a hacer algunas puntualizaciones y nos abre interrogantes.
El contrato más se parece a una obra “llave en mano”, con crédito a ser pagado con la producción, que una asociación de dos partes con aportes de cada una. Una sociedad mayoritaria del Estado con 55% tiene sentido cuando el directorio define el proyecto o decide la distribución de los excedentes; en este caso, todo está definido en el contrato; se fija el monto de la venta de la factoría, el plazo de su rembolso; los problemas técnicos los resuelve UOG e incluso ella hace la supervisión de la calidad de la obra.
La salmuera es muy compleja; el litio sólo es del 0,35%, los mayores contenidos son el sodio, potasio, manganeso, boro, calcio; el proyecto no explica que se va a hacer con estos elementos que tienen valor económico propio; se habla de un depósito de sales residuales, ¿para qué se los guarda si se los puede utilizar? Olvidamos que tenemos una planta para producir cloruro de potasio con una capacidad de 350.000 toneladas y no se dice nada al respecto.
Un proceso industrial, mucho más el químico, requiere de otros elementos para la reacción; en nuestro caso el carbonato de sodio, el ácido clorhídrico, el hidróxido de sodio y el cloruro de fierro. El Ministerio de Producción al informar, hace dos años, la inexistencia de estos y otros productos, anunció la creación de la química básica, de cuyo avance no sabemos nada; se dice que YLB se opuso. Ahora estos insumos se los importará, subiendo los costos y a la larga inviabilizando el proyecto.
El acuerdo establece una fase de pilotaje y la verificación de las reservas. Cuando hace tres años se llamó a la convocatoria para mostrar sus intereses y capacidad en los recursos evaporíticos, se pidió hacer la demostración piloto de sus bondades; hoy se la redita con un costo alarmante de $us 198,9 millones. La planta piloto que instaló COMIBOL para la misma capacidad, 1.000 TM, fue a un costo de $us 10 millones; por otro lado, YLB tiene el cuadriculado del salar con todos los datos geológicos de los 87 pozos y 7.500 metros perforados que se hicieron, ¿por qué repetir?
Los cálculos para el resultado económico toman en cuenta sólo un factor del mercado, el aumento de la demanda y no hacen referencia a la oferta, la que se incrementó, con varias iniciativas para aumentar la producción del litio; por eso, la caída estrepitosa de los $us 80.000 la tonelada a los actuales $us 10.000; si se mantiene este precio, tardaremos 50 años en pagar la deuda de $us 975,8 millones, con materia prima producida en la planta. La única manera de romper la inestabilidad de los precios es integrar la cadena productiva, añadiendo valor en cada una de las etapas de la industrialización, hasta tener un producto acabado en el mercado.
A pesar de las múltiples menciones en los informes de la burocracia estatal del texto constitucional que señala que la explotación de los recursos no tiene otro fin que dar valor agregado a la materia prima, con la suscripción de este contrato, YLB se convierte en la arrendataria de sus yacimientos, sin capacidad tecnológica para organizar y desarrollar sus proyectos, crear excedentes económicos para superar la desigualdad y empujar al desarrollo tecnológico del país. ¿Dónde están las cuarenta empresas, necesarias para la obtención de baterías?
El debate sobre este contrato en la ALP puede hacer que la ciudadanía retome el interés o de defender los recursos naturales y luchar por su industrialización, dejar de ser proveedor de materias primas al primer mundo, para consumir las mismas en productos acabados.
José Pimentel Castillo fue dirigente sindical minero.