El fracaso del Partido Demócrata y de la candidata Kamala Harris en las recientes elecciones estadounidenses tiene de trasfondo varios aspectos socio-políticos que se presentaron antes y durante el proceso electoral, pero el que sobresale es el sorpresivo sufragio de los varones latinos —un grupo que los demócratas consideraban que era existencialmente suyo— votó por el republicano Donald Trump, quien también había derrotado en 2016 a Hillary Clinton, la primera mujer en ser la candidata presidencial de su partido.
Según los resultados oficiales de la Corte Suprema estadounidense, Harris obtuvo un 53% del voto hispano, muy por debajo del 65% de Joe Biden en las elecciones de 2020, del 66% de Hillary Clinton en 2016 o del 71% de apoyo hispano a Barack Obama. Los latinos, un grupo muy diverso y disperso por todo Estados Unidos, fueron pieza fundamental en la victoria de Trump, que decidió atraerlos incidiendo en propuestas económicas, de lucha contra la inflación, creación de empleo y asegurando que la política migratoria del Gobierno actual también les afectaba negativamente.
El hecho de que el Partido Demócrata haya caído entre las minorías es la gran sorpresa de los recientes comicios. Como lo es que el expresidente haya ganado en el segmento de la población más joven, la llamada Generación Z, que los demócratas —y la mayor parte de los expertos— pensaban que iban a rechazar el mensaje “pasado de moda” de Trump.
El senador independiente Bernie Sanders, símbolo del movimiento progresista en el país del norte, fue lapidario contra el Partido Demócrata al que acusó de “abandonar a la clase trabajadora”, hecho que, a su juicio, justifica que ésta no haya votado por Harris. Para Sanders, la debacle del Partido Demócrata no debería ser una gran sorpresa, puesto que esta tienda política ha abandonado a la gente de la clase trabajadora, y, en contraparte, la clase trabajadora la ha abandonado también.
También hay que tomar en cuenta el fracaso del Partido Demócrata viene por los vaivenes durante la campaña electoral que favorecieron enormemente a los republicanos. El presidente Joe Biden intentó buscar la reelección e, inicialmente, lideró las encuestas. Empero, a partir de marzo de 2024 su popularidad cayó a medida que crecían las dudas dentro y fuera de su partido sobre la idoneidad de su candidatura, en especial, debido a las preocupaciones por su avanzada edad y las dudas sobre su supuesto declive cognitivo.
La situación llegó a un punto crítico durante el debate que ambos candidatos sostuvieron a finales en junio, durante el cual Biden tuvo dificultades para presentar sus argumentos y, por momentos, pareció perder el hilo de sus pensamientos. Pocos días más tarde, Biden anunció su retiro de la carrera y su apoyo a la candidatura de su vicepresidenta. En pocas semanas, Harris asumió el liderazgo demócrata y logró recuperar en las encuestas el terreno perdido por Biden, pero solamente hasta instalarse en una situación de empate técnico con Trump, el cual se mantuvo hasta el día de los comicios.
Menos conocida por los votantes que Trump, Harris tuvo dificultades en la campaña para desligarse de las políticas de Biden y de sus aparentes consecuencias en términos de inflación y de crisis en la frontera. Intentó presentar su candidatura como la opción del «cambio» generacional y de la alegría, pero su candidatura no pareció convencer a los electores insatisfechos con el sistema político estadounidense.
La candidata demócrata también resultó perjudicada por su negativa a conceder entrevistas a la prensa durante sus primeras semanas de campaña, lo que alimentó la idea de que no tenía un plan claro de gobierno. Además, a lo largo de la campaña, Harris lucía como clara favorita para ganar el voto femenino, pero perdía mucho terreno en el voto masculino, en especial de jóvenes afroamericanos e hispanos que giraron de forma sorpresiva hacia Trump, contribuyendo así a su regreso a la Casa Blanca. El expresidente construyó una coalición de votantes más diversa que cualquier candidato republicano en 20 años, a pesar de llevar a cabo una campaña cargada de agresiones y de demonización de los inmigrantes.
*Alfredo Jiménez Pereyra es periodista y analista internacional.