En agosto de 2014 se publicó en varios medios de comunicación mundiales la noticia del invento de un esmalte de uñas que podría evitar violaciones. Hace unos días, la representante boliviana Juliana Barrientos ganó la sección Voice for Change del concurso Miss Universo 2024 con una propuesta similar: “Un esmalte de uñas que detecte drogas en bebidas adulteradas” y proteja a las mujeres. ¿Plagio? Como mínimo, novedad no es en un concurso cuya esencia de cosificación de las mujeres sigue siendo la misma.
La idea no es nueva. Ya la tuvo un grupo de estudiantes de la Universidad Estatal de Carolina del Norte (Ankesh Madan, Stephen Grey, Tasso Von Windheim y Tyler Confrey-Maloney). Llamaron Undercover Colors a un esmalte de uñas que cambia de color en contacto con drogas, como Rohypnol, Xanax y GHB (ácido gamma-hidroxibutírico), que son comunes en las violaciones, luego de que la víctima haya ingerido una bebida adulterada.
En el video con el que concursa Barrientos, en un inicio se observan noticias de sucesos, de casos de violaciones por dopaje, luego aparece ella y dice que vivió una experiencia de ser drogada con una bebida, por lo que: “En lugar de dejar que esa experiencia me destrozara, decidí convertirla en acción”. Se la ve vestida con guardapolvo blanco y gorro en un laboratorio químico y agrega: “Como bioquímica, creé un esmalte de uñas que detecta drogas en las bebidas y cambia de color cuando entra en contacto con sustancias peligrosas”. Con ello gana el premio de 12.000 dólares para un proyecto de apoyo a causas sociales, llamado Voice for Change, de la plataforma CI Talks, asociada al Miss Universo 2024, realizado en México.
Barrientos no menciona que es algo que ya fue creado o que lo que ella hará otra cosa, como producirlo. No, lo que dice es: “Como bioquímica, creé un esmalte”. Tampoco menciona que tiene unos componentes químicos distintos. En todo caso, la idea es exactamente la misma: con las uñas pintadas, solo hace falta que se introduzca el dedo en el líquido y comprobar.
¿Qué no estaba enterada? Basta una búsqueda simple en internet: el 26 de agosto de 2014, el The Washington Post daba la noticia titulada Students develop nail polish to detect date-rape drugs (Estudiantes desarrollan esmalte de uñas para detectar drogas de violación). Noticia que también se reproducía en otros medios, algunos bastante frívolos, dedicados a “cosas de mujeres” y el espectáculo, como enfemenino.com que tituló, el 22 de agosto de 2014: “Un esmalte de uñas para prevenir una violación, el comienzo de la cosmética de autodefensa”.
Frivolidad, mucha cosmética e ideal de mujeres con cuerpos imposibles y “rostros perfectos” (por lo que se aceptó que las concursantes lleven operaciones e implantes estéticos), es lo que rodeó al Miss Universo siempre. Un concurso que solo mantiene un prestigio en sociedades muy machistas. Ante las críticas, hoy se esmera en señalar que no condiciona medidas ni peso, tampoco etnias en su concurso. Lo último es que ya no prohíbe participar a mujeres casadas, divorciadas o madres. Además, ya permite que participen mujeres trans.
Es un concurso de belleza y, como tal, tiene parámetros. Parámetros que dicen que una mujer gorda y mayor de 30 años o con rasgos y cuerpo indígena, como son la mayoría de las bolivianas, no puede ganar. No se trata de algo objetivo; la belleza no es objetiva, sino que está en las subjetividades sociales y hegemónicas, que son también clasistas (porque solo cierta clase social tiende a cumplir esos requisitos o puede pagarse las operaciones), racistas (no toma en cuenta otro tipo de belleza) y, por supuesto, machistas (porque coloca a las mujeres en lo que “debe” ser importante: ser bella).
Este año, la ganadora del Miss Universo habla cinco idiomas y es profesional, tal como la boliviana Barrientos. Bravo. Hay cambios gracias a la presión de las feministas, pero eso no significa que el concurso sea una “hermosa plataforma que empodera a mujeres”, como ha señalado Barrientos en un programa televisivo (En casa con Telemundo, 30/08/2024).
El reinvento del esmalte de uñas contra violaciones tampoco es una conquista para las mujeres. Ya en 2014 fue criticado por feministas porque centra la responsabilidad en las mujeres y no en los violadores. Jessica Valenti, columnista del periódico británico The Guardian, pregunta: “¿Por qué es más fácil inventar un esmalte antiviolación que encontrar la manera de detener a los violadores?”, algo que fue destacado por la BBC el 28 de agosto de 2014.[ Drina Ergueta]