Aunque su inauguración recién será el 20 de enero de 2025, el 47 presidente Donald Trump ha comenzado a impulsar un violento terremoto tanto dentro de su país como en el resto del planeta. Su arrolladora victoria le ofrece en bandeja de plata un poder omnímodo para dirigir Estados Unidos de 2025 a 2028 sin contrapoder alguno, pues los republicanos controlan el Senado, el Congreso y la mayoría de los nueve jueces de la Corte Suprema de Justicia.
Con ese esquema podrá poner en ejecución no solo todas sus promesas electorales, sino también medidas que se le ocurran en su impredecible mentalidad y su conocido cambiante humor, como revelan las declaraciones de sus cercanos colaboradores que en su primer periodo sufrieron los embates de su carácter hasta ser despedidos y convertirse —ahora— en sus peores enemigos. Por ello, para adelantar prognosis acerca de su fresco periodo electivo, es de vital importancia registrar a quienes figuran ya en su entorno.
En la primera fila brilla el multimillonario Elon Musk (53), a quien Trump, además de agradecerle su copiosa contribución al fondo preelectoral, le debe también su valioso aporte con decisivas iniciativas en el área de la comunicación para seducir a los sectores indecisos y conquistar comunidades enteras como los latinos y los afroamericanos.
Su nombramiento como jefe del proyectado Departamento de Eficiencia Gubernamental pone a sus pies la totalidad de la administración pública cuyos puestos podrá modificar o suprimir. Pero ya, desde hoy en día, sus sugerencias para cargos claves en el gobierno han sido escuchadas por Trump e incluyen a varios empleados de sus empresas y de sus colegas del conglomerado tecnológico de Silicón Valley.
Por cierto, Elon Musk pasa gran parte de su tiempo en la residencia trumpista de Mar-a-lago, convertido casi en un familiar más del presidente. Importante para el ámbito latinoamericano es la designación del senador por Florida Marco Rubio (53) como secretario de Estado, pues su ascendencia cubana influirá sin duda en capitales determinaciones en lo que concierne la relación con países dictatoriales como Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Sus opiniones vertidas entonces como senador hacen presumir que la prioridad en su línea de mira será liquidar el espinoso caso venezolano. En cambio, las tareas pendientes de la política externa como la guerra rusoucrania, el enfrentamiento competitivo con China, la contención nuclear para Irán y el embrollado conflicto de Israel en el Medio Oriente, son carpetas que serán tratadas a alto nivel por el propio Trump, quedando para Rubio el ortodoxo seguimiento.
En este último punto se espera que el presidente electo presione al nefasto Bibi Netanyahu para un alto al fuego que ponga fin al feroz genocidio en Gaza.
Otros anunciados nombramientos despertaron opiniones controvertidas, como la mención de Robert Kennedy Jr. como secretario de Sanidad, dada su publicitada aversión a las vacunas que las considera moneda de corrupción de las grandes usinas farmacéuticas.
Sin duda, que la expulsión masiva de los inmigrantes ilegales que fue el principal tema de la campaña electoral tendrá que reconsiderarse a fondo por el alto costo financiero que implica y las dificultades logísticas que se prevén. Sin embargo, la delicada misión ha sido confiada a Tom Homan, reputado halcón partidario de la tolerancia cero.
Se confía que hasta el 20 de enero próximo se afine el equipo que acompañará a Donald Trump en su intento imperial de forjar su aspiración de llegar a MAGA, o sea, “hacer de América grande otra vez”.
*Carlos Antonio Carrasco es doctor en Ciencias Políticas y miembro de la Academia de Ciencias de Ultramar de Francia.