En este tiempo de celebración de la Navidad, donde se recuerda el nacimiento de Jesús para los católicos, la Iglesia Anglicana, algunas Iglesias Ortodoxas, así como para los musulmanes; debemos destacar que esta ocasión es una herencia y un legado del pueblo palestino, ya que Jesús nació en aquel corral de Belén, la antigua Canaán, la tierra que hoy vive la peor catástrofe humanitaria del siglo XXI por la ocupación militar del régimen israelí.
Este 2024 en Belén, Palestina, ocupado por Israel, cuna del judaísmo, el cristianismo y el islam, no se encenderán las luces del gran árbol de la plaza del pesebre, porque no hay nada que celebrar; ya que la existencia del pueblo palestino se encuentra amenazada frente a la política de limpieza étnica, el genocidio, los crímenes de guerra y el exterminio que ejerce el régimen colonial israelí contra la Franja de Gaza, Jerusalén Este y Cisjordania.
El ejército israelí ha ocasionado la muerte de más de 45.500 palestinos y el desplazamiento de más de un millón de personas, quienes no solo deben huir de las balas y los tanques, sino ahora deben enfrentar el frío, el hambre y las enfermedades. El 90% de palestinos viven en refugios y tiendas de campaña, las mismas que en el actual escenario no son una garantía de sobrevivencia por los constantes bombardeos ordenados por Netanyahu, quien tira a la basura los Convenios de Ginebra y la Carta de Naciones Unidas.
El sufrimiento de la infancia en Gaza es producto de la normalización del genocidio porque, pese a que la Corte Penal Internacional ordenó el arresto del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu por crímenes de guerra y lesa humanidad, los organismos internacionales no hacen nada para detener la criminalidad contra los niñas y niños que hoy viven el infierno, sin agua, sin alimentos, sin electricidad, bajo el sonido de las bombas.
Un estudio realizado por el Centro Comunitario de Formación para la Gestión de Crisis, una ONG con sede en Gaza, revela el temor generalizado a la muerte que el genocidio israelí en Gaza ha infundido en los corazones de los niños, puesto que el 96% de ellos siente que su muerte es inminente.
Esa es la ambición del régimen israelí, que, junto a EEUU y los países europeos, están queriendo cristalizar el objetivo de la idea del “Gran Israel” que ya anticipó en el siglo XIX Theodoro Herzl, cuando advertía con su tesis sobre el sionismo, la necesidad de lograr un estado judío “seguro” que abarcara “desde el río de Egipto hasta el Éufrates”.
Las ansias de apoderarse de más territorios que no les corresponden comenzó con más fuerza cuando se realizó la Tormenta Al Aqsa, el 7 de octubre de 2023, por los movimientos de resistencia palestina. Israel en su derrota, al no poder aniquilar a Hamás, ha intensificado su plan del “Gran Israel”, siendo el resultado de esta ambición el genocidio en el Líbano, donde fueron asesinadas más de 3.500 personas.
Tel Aviv, al verse derrotado por el movimiento de resistencia libanés Hezbolá, ahora ha perpetrado su incursión hacia la República Árabe Siria, armando a las milicias terroristas de Hau’at Tajrir al Sham (HTS), antes Al Qaeda, y Daesh, los que derrocaron al gobierno legítimo de Bashar Al Asad, y los que hoy están destruyendo ciudades enteras, ratificando la ocupación del Golán, y llevando otro genocidio sobre la población civil; queriendo incursionar en atacar Irán. De acuerdo a medios sionistas, “Israel” lanzó mil 800 bombas sobre más de 500 objetivos en Siria, y quiere utilizar a ese país “en una plataforma de lanzamiento para atacar Irán”.
Sin embargo, esta estrategia del “Gran Israel” puede convertirse en la “Tumba del Sionismo”, ya que más temprano que tarde el Eje de la Resistencia será quién derrote en definitiva la ambición del régimen israelí imperialista, porque la sangre de los mártires es el legado que los une en “la victoria o el martirio”.
Este 25 de diciembre se debe recordar al mundo que Jesús el Palestino luchaba contra todo tipo de opresión e injusticia, y que hoy esas enseñanzas deben ser el cimiento para contrarrestar los vejámenes del sionismo; pues “el hijo de Dios” hará resucitar al pueblo palestino de las cenizas y los escombros para instaurar su soberanía, independencia y autodeterminación.
Sdenka Saavedra Alfaro es escritora, corresponsal internacional de HispanTV