Delincuente: que delinque o que comete un delito. Convicto: reo a quien legalmente se ha probado su delito, aunque no lo haya confesado. Eso dice el diccionario. Así, el título de este texto no es un calificativo, sino una descripción. Hoy lunes y por primera vez en la historia de ese país, un delincuente convicto que debería estar en la cárcel por el crimen que perpetró, tomará posesión de la presidencia de Estados Unidos sin ser aprehendido, sin pagar multas y con la impunidad que su poder político le da.
En mayo de 2024, después de una investigación de varios años y la confesión de su principal cómplice, su abogado Michael Cohen, Donald Trump fue encontrado culpable de 34 cargos criminales por falsificar documentos para encubrir el pago de 130.000 dólares a una actriz porno con la que tuvo sexo. No se le enjuició por pagar tanto, sino porque ese pago lo metió como “gastos legales” en la contabilidad de una de sus empresas y, de ese modo, pretendió engañar al fisco de su país. El viernes pasado fue obligado a recibir su sentencia, como cualquier criminal. Bueno, no como cualquiera, porque ese delito se castiga con cuatro años de prisión y Trump no será encarcelado por su condición de presidente electo.
Resulta que un día de 2006, Trump conoció en Lake Tahoe a Stephanie Clifford, una actriz que en el mundillo de la pornografía era conocida como Stormy Daniels. Se acostaron porque Donald le prometió invitarla a su programa televisivo El Aprendiz, lo que nunca cumplió. Cinco años después, Stormy decidió contar el encuentro a una revista que le ofreció 15.000 dólares por la historia, lo que fue parado de inmediato por Michael Cohen, que le ofreció mucho más si callaba. Firmaron un contrato de silencio y Cohen le dio los 130.000 dólares. Ahí podría haber acabado el asunto y nadie se hubiera enterado, mucho menos su esposa Melania con la que llevaba un año de casado el día en que se involucró con la actriz. Su hijo Barron tenía 4 meses de nacido…
Pero en su ficha aparecen otros delitos: en enero de 1996, la periodista Jean Carrol estaba en una tienda de Nueva York, cuando fue abordada por Trump quien le dijo que buscaba un regalo para su mujer. Le pidió que se midiera una ropa en un probador, pero una vez adentro, Trump la sometió y la violó. Años después, Carrol decidió denunciar el delito, pero Trump no sólo negó el hecho, sino que la difamó al llamarla estafadora. Tras una investigación y la denuncia de otras mujeres abusadas por el magnate, la justicia estadounidense lo encontró culpable de violación, difamación y otras agravantes, y en mayo de 2023, lo condenó a pagar 88 millones de dólares a su víctima.
Otro: en septiembre de 2023, Trump y sus dos hijos, Donald Jr. y Eric, fueron declarados culpables de fraude financiero, por inflar el valor de sus edificios, hoteles y campos de golf para obtener préstamos bancarios ventajosos y reducir sus impuestos de 2011 a 2021. Por mentir al fisco, a prestamistas y aseguradoras, los condenaron a pagar una multa de 455 millones de dólares.
Otro: el intento de golpe de Estado en 2021, cuando Trump azuzó a sus seguidores a tomar violentamente la sede del Congreso para evitar la certificación de la elección que había perdido frente a Joe Biden. Un asalto en el que hubo cinco muertos. Otro más: se llevó documentos clasificados a su residencia de Mar-a-Lago y allá los retuvo hasta que la justicia lo obligó a devolverlos. Por estos delitos, en 2023 un gran jurado lo acusó de conspiración y obstrucción del proceso electoral, pero con maniobras legaloides, sus abogados lograron frenar los juicios. El juez que llevó los casos, Jack Smith, exigió que se hiciera público el expediente, pero la juez Aileen Cannon, aliada del millonario, frenó también eso. El pasado 10 de enero, el juez Smith renunció a su cargo.
Todos estos crímenes fueron sustentados con pruebas fehacientes, pero la respuesta de Donald Trump siempre fue la misma: negar los hechos, insultar a los jueces y victimizarse. La Constitución estadounidense dice que nadie puede estar por encima de la ley, pero el poderoso empresario demostró que sí, y que aún como delincuente convicto, puede incluso volver a ser presidente.
Javier Bustillos Zamorano es periodista.