El Carnaval de Oruro, reconocido como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad por la Unesco, no solo es una de las expresiones culturales más importantes de Bolivia, sino también un testimonio del esfuerzo y la creatividad de quienes han dado forma a sus danzas y tradiciones. Entre estos grandes gestores destaca Carlos Espinoza, creador del personaje de la China Morena, una figura emblemática dentro de la morenada que ha aportado significativamente al arte y a la identidad del Carnaval de Oruro.
Honrar y reconocer a los folkloristas que han dejado un legado es esencial para preservar la autenticidad del Carnaval de Oruro. En un contexto donde otros países reclaman como suyo este patrimonio cultural, es vital resaltar el papel de creadores como Espinoza, quienes con su talento y visión han diseñado pasos, vestimentas y propuestas coreográficas que han enriquecido la danza de la morenada y la han convertido en un ícono de la festividad.
El trabajo de estos gestores culturales no solo ha embellecido el carnaval, sino que también ha asegurado su transmisión de generación en generación. La China Morena, por ejemplo, no es solo un personaje llamativo, sino el resultado de una cuidadosa construcción artística que combina historia, simbolismo y expresión identitaria. Gracias a la creatividad de folkloristas como Espinoza esta figura se ha consolidado como un elemento indispensable de la morenada, fortaleciendo la riqueza y diversidad del Carnaval.
Proteger este legado significa reconocer a sus creadores en vida, otorgarles el espacio y la visibilidad que merecen. Son ellos quienes han moldeado la esencia del Carnaval de Oruro y quienes, con su trabajo, han permitido que esta manifestación cultural trascienda fronteras. Al darles su lugar en la historia, no solo se rinde homenaje a su contribución, sino que se refuerza la identidad cultural del país ante el mundo.
El desafío actual radica en visibilizar y documentar estas contribuciones para evitar la apropiación indebida de nuestra cultura. Aún contamos con voces vivas como la de Carlos Espinoza, que pueden dar testimonio de su trabajo y reivindicar su papel en la construcción de la identidad folklórica de Bolivia. Es un deber de la sociedad, de las instituciones culturales y del Estado, reconocer y proteger a estos creadores, asegurando que su legado siga inspirando a futuras generaciones y manteniendo viva la esencia del Carnaval de Oruro.
(*) Andrés Mallo es gestor cultural y activista de los derechos humanos