Un grafiti reza “Carito, me niego a darle un beso a la soledad”, que deduzco lo escribió un enamorado que Carito ha dejado. El grande Pepe Mujica sostuvo que la vejez es mejor pasarla en pareja (aunque sea por amistad y compañía) que vivir la “maldita” soledad; que la interpreto a la que vivió en los largos años de aislamiento carcelario político. Y, Foucault, en el libro Anormales, menciona que cuando finalizaba una conferencia, se encontraba con la soledad ante la ausencia de preguntas; y aquí no está referida a la inexistencia de personas a su alrededor.
Claro, hay soledades que se producen por ser diferentes… desde muchas perspectivas; el alfa, aunque vive en manada, se aísla y lo aíslan por la misma jerarquía; el enamorado… rechazado, tiende a aislare para lamer su herida y rumiar su luto; o, estando con mucha gente alrededor, pero ser incomprendido, diferente, inalcanzable y/o sentir que el resto no está a su nivel, que son potenciales suicidas, como repite Roberto Barbery. El poder también aísla, agudizado en el caudillismo, porque se torna inseguro al creer que todos conspiran contra él, acercándose a los delirios persecutivos o conspirativos; al margen de tener o no personas alrededor.
De misóginos y locos… todos tenemos un poco: es parte de la estructura cultural e imaginarios históricos, de allí el origen griego del término misógino. Es la única lógica que podría explicar por qué se le llama soledad y no solitario, por ejemplo.
Por mi parte, creo que la doñita es una dulce hembra indómita e imprevisible, que, además, no admite la soledad para ella, ya que abre la puerta para que las peores demonias le hagan compañía y jueguen con quien sí siente soledad, su víctima; y, arrastra a otra hembra, como golpe final, a la señora ociosidad, y es cuando puede convertirse en mortal (suicidio) o ensimismamiento in crescendo.
Cuando estas doñitas se juntan con otra, llamada enfermedad, que al generalizarse se convierte, se transforma en la monstruosa pandemia como la ya vivida coronavirus, causan estragos, y no solo por los millones de fallecimientos, sino y principalmente por los aislamientos físicos y emocionales que producen, cuyas secuelas son impredecibles; y, si agregamos a otras demonias como la economía y la política, además en una crisis como la que vivimos, se tornan en gatilleantes cuasi generalizadas: si me aíslo y ensimismo, me torno intolerante, profundizando y reproduciendo a doña soledad. Es un círculo vicioso que ya está haciendo estragos.
Y esto, gatilleante, a decir de la Clínica Mayo, “puede parecer que las personas… han perdido contacto con la realidad, lo que puede dificultar mucho su vida cotidiana”, estaríamos viviendo una pandemia de esquizofrenia, de ensimismarse y “creer” fehacientemente, “firmes en cosas que no son ciertas” (imaginarios), una esquizofrenia social, propia de las sociedades en crisis (no termina de morir lo viejo ni nacer lo nuevo: emergen las peores demonias… o los loquitos —aislados de la realidad—, como dice Zaffaroni).
Aunque… de misóginos y locos, todos tenemos un poco.
*Es criminólogo y nonnino de Valentina