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Corría los primeros años de la década de 1900 en la Barraca Cauchera de Porvenir, donde el Patrón de aproximadamente de unos 55 años, de estatura baja y complexión mediana, con bigotes blanquecinos tirado a mostacho y de mirada cálida, de carácter jovial pero con don de mando para ninguem botar defeito; hacían 5 años que explotaba la goma elástica entre las Barracas de Puerto Rico, Filadelfia, Porvenir y Puerto Bahía, 28 kilómetros distaba de esta ultima, en sus inicios transportaba toda su producción por vía fluvial, y para abaratar costos y abrir una nueva ruta, decidió abrir un camino de herradura primero, y después con el tiempo un camino regular a malo, para llevar su producto a Puerto bahía y de ahí cargar en lanchas de gran calado por el Rio Acre hacia la ciudad brasileña de Manaos, ciudad a orillas del rio Negro.
Pero resulta que dicho Patrón, en su proyecto de construir el camino hacia Puerto Bahía desde Porvenir, se topa con un obstáculo en el kilómetro 6 (hoy llamado Villa Rojas), que era nada menos que un asentamiento de una tribu nómada de indios llamados Caripunas, comandados por su jefe de nombre Cocama el cual tenía fama de ser caprichoso y de mal carácter, el Patrón trata por todos los medios de convencerlo para que se retire con su tribu a otro lugar, ya que si o si el camino tenía necesariamente que atravesar por el lugar del asentamiento, le mandaba regalos de toda clase y buscaba el dialogo con el jefe Indígena, pero este se mantenía impávido ante los regalos y por ultimo de las amenazas que le llegaba de varias formas, hasta que el Patrón le mandó un ultimátum para que desaloje el lugar, caso contrario usaría la fuerza, es decir lo expulsaría a balazos, no hay que olvidar que en aquellos tiempos regía el articulo 44 en esas tierras, es decir la ley del Winchester calibre 44, y el Jefe Cocama no dio muestras de acatar dicha amenaza.
Cocama, era jefe de su tribu de Caripunas, que la componían 8 familias de unos 35 miembros aproximadamente, tenía tres hijos, Cocamita, una jovencita de 18 años, esbelta, de cabellos negros azabache, ojos de color miel, de piel cobriza, de mirada penetrante y de rasgos orientales, sus hermanos Eluno y Delfia, ambos mayores que ella, jóvenes de complexión atlética como todos los de la tribu siempre pendientes de ella, por ser enfermiza y la adulada del jefe. Una de esas noches alrededor de la fogata, los hijos le piden a su padre que traslade la tribu a otro lugar, pues veían que la amenaza del Patrón venía en serio y que ellos apenas contaban con machetes, arcos y flechas para defenderse, en cambio el Patrón tenía armas de fuego y hombres dispuestos a todo; Cocama se negó rotundamente a seguir el pedido de sus hijos, por lo que se retiró a dormir a su Maloca.
Las nubes pasaban veloces por el cielo, dejando de ver a intervalos la luna en su estado menguante, soplaba una brisa fresca que alejaba el calor, y los animales de la selva se mostraban inquietos haciendo ruido con sus pisadas entre las ramas secas del suelo, a lo lejos el canto lastimero del Guajojo se perdía, mientras se escuchaba al Sumurucuco haciendo su guardia nocturna cerca de las Malocas, cuando de pronto se oyen balazos y gritos que salen del monte, salgan carajo!, ¡fuera carajo! Disparando a diestra y siniestra con dirección a las Malocas, y los Indios salen en disparada en varias direcciones buscando refugio y evitando los disparos, una vez que se retiraron los hombres del Patrón, los indios vuelven a recoger a sus heridos y muertos, cuando de pronto escuchan un grito desgarrador del jefe Cocama, estaba de rodillas mirando a su hija Cocamita sin vida entre sus brazos, con llanto lastimero y sollozos de impotencia la apretaba contra su pecho, acariciando su pelo y su carita inerte besándola entre sollozos y lágrimas; de inmediato la envuelven con cueros curtidos y la entierran, todos le rinden homenaje de respeto, dejando solo al Jefe llorando copiosamente sobre su tumba, al rato se le acercan sus dos hijos y le dicen- Tata, vamos con tribu a otro lau, hombrej blanco tener arma y ser maj que nosotroj, Cocama asiente y da instrucciones para levantar el campamento indicando que salen al amanecer del lugar, mientras lloraba desconsoladamente sobre la tumba de su hija, a las 6 de la mañana, ya despuntando el alba, Cocama besa la tierra y con su arco en mano y flechas en bandolera abandona el lugar sin mirar atrás; cuando de pronto brota con inusual fuerza del suelo, un ojo de agua dulce desde la tumba de Cocamita y se va discurriendo con dirección al Este, era tal la fuerza del brote de agua que rápidamente se formó un arroyo de aguas cristalinas, naciendo asì en el kilómetro 6 el arroyo conocido como El Cocamita.
El Jefe Caripuna Cocama, se asentó cerca de las nacientes del rio Tahuamanu cerca del Perù, donde rehízo su tribu y vivían apaciblemente recolecolectando frutas de temporada, pescando, cazando y sembrando yuca, plátano, y otros necesarios para la alimentación de su gente.
Los indígenas amazónicos tenían la creencia de sus dioses de la tierra cuando morían y eran enterrados, creían morir abrazados por ellos, y cuando fallecían en el agua, era creencia general, que lo hacían abrazados por la diosa del agua, por eso era costumbre de algunas tribus amazónicas, que los ancianos a una cierta edad ya avanzada, y para no ser una carga para su familia o para la tribu, se hacían fabricar una Chapapa (especie de camilla) de bejucos y hojas de palmera, y esperaban el tiempo de lluvia y llenuras para echados en la chapapa, la corriente del rio se los llevara y así morir en brazos de la diosa del agua.
El jefe Cocama ya anciano, le deja el mando a su hijo Eluno y le pide que le construya una chapapa, pues deseaba morir abrazado por la diosa del agua ya que creía que su misión en la tierra había terminado y ahora solo era estorbo para ellos por lo que decidió descansar definitivamente en los brazos de la Deidad acuática. Una vez llegada la temporada de lluvias, todos los integrantes de la tribu mediante danzas y canticos alrededor de una gran fogata, se van despidiendo del viejo Jefe Cocama unas veces lanzando gritos guturales narrando sus proezas de su juventud, y otras de manera lastimera por el hecho de que no lo verán nunca mas. Una vez terminada la ceremonia, el Viejo Jefe, cada noche se acuesta en la chapapa esperando la llenura o el turbión, acompañado del canto de las aves nocturnas, algunos animales y peces que cual ballet acuático, juegan saltarines en las pequeñas olas, cuando de pronto en medio de la lluvia, truenos y rayos, la chapapa empieza a moverse en vaivén hasta ser arrastrada por las aguas del Tahuamanu, bajando a toda velocidad por la fuerza del pequeño turbión, llevando en ella al viejo Cocama, quien muere en el trayecto, y cuando pasaba por la barraca Porvenir. El arroyito Cocamita desde el kilometro 6 ve y siente que es su padre quien yace inerte encima de la chapapa, rápidamente se dirige por media selva abriendo surco hacia el rio Tahuamanu y con fuerza atrae a la chapapa con su padre ya muerto hacia ella, quedando el surco convertido en un bello arroyo de aguas cristalinas llamado y conocido como el arroyo Cocama.
NOTA:
Y es así que el Arroyo Cocamita, nace en el kilometro 6 o Villa Rojas y es tributario del arroyo Cocama, quien a su vez es tributario del rio Tahuamanu; donde cientos de niños, jóvenes y adultos (además de las famosas lavanderas) disfrutan de sus aguas frías, contrastando con la temperatura media de 35 grados a la sombra, ya sea en Alto Bahía en el Cocamita, o bien en Porvenir en el Cocama.
Tengo el grato orgullo y placer de lanzar desde la Localidad de Porvenir, la presente leyenda de mi autoría, siendo mi primera publicación inspirada, escrita y publicada desde mi tierra natal PANDO. La cual esta dedicada a mi amigo hermano Caril Ribera Villarroel (hijo de Porvenir) y a mi Bis abuelo Ismael Landivar Arroyo, uno de los fundadores de Porvenir. Las fotos que acompañan a esta publicación son de alrededor del Balneario Acapulco de mi amigo Evin ventura Vogt referencia gastronómica de Porvenir y a orillas del arroyo Cocama para quienes gustan de disfrutar de un baño con agua helada.
Espero les guste y tambien sus comentarios.
Saludos cordiales: Pinky Landivar Higashi