Pasamos el umbral de 2016 y esto nos sugiere hacer una valoración de lo más trascendente ocurrido en el año que acaba de transcurrir. En el mundo que nos ha tocado vivir hay una dinámica insospechada y son innumerables los hechos salientes, pero en el breve análisis nos detendremos en uno de los acontecimientos más importantes que atañe a todos, sin ninguna eximición: la cumbre COP 21, que se organizó para tratar el cambio climático.
A la reunión internacional, que tuvo lugar en París, Francia, del 1 al 12 de diciembre, asistieron representantes de 119 países, entre ellos del nuestro, vinculados a la Convención de las Naciones Unidas sobre el tema que pone en riesgo al planeta entero. El tema más crucial ha sido la definición de una nueva meta del calentamiento global que no se podría sobrepasar.
Los antecedentes son alarmantes. El calentamiento promedio aumentó 0,85 C° en el último siglo, a consecuencia de las emisiones de gases de efecto invernadero, causadas por el uso de combustibles fósiles (petróleo, gas, carbón) para la producción de energía, rubros alimentarios, agro-industrial, transportes y un aplastante sistema de consumo. Conscientes de todo esto se ha puntualizado que si se sigue en ese ritmo la temperatura aumentará hasta 6 C° a fin del siglo XXI, con impactos tan desastrosos que no es posible predecirlos.
Cuanto se apunta no es tremendista y no es algo que sucede muy lejos de nosotros. Si miramos el país al hacer un balance evidenciamos que en distintas zonas, inundaciones, sequías, incendios forestales, mazamorras, lluvias, heladas caracterizan un desastre nacional. Hubo pérdidas humanas, daños en viviendas y cultivos de gran magnitud. Que estos fenómenos se acentúan cada vez más, es cierto y muchos expertos aseguran que es debido al calentamiento global. Como somos parte de este globo no habría razón de privilegio para estar eximidos de sus efectos.
La realidad actual es preocupante y por eso, hace no más de veinte días, en París, se dio a conocer el informe del clima más completo de nuestro planeta en la Cumbre COP 21 y los resultados no son halagüeños, ni mucho menos. Según los estudios de más de 500 científicos de varios países, en caso de continuar la agresión al planeta la temperatura aumentaría hasta en 4 grados durante este siglo y los niveles del mar subirían en unos 50 centímetros y sólo esto puede generar consecuencias catastróficas.
La BBC de Londres fundamentó que "la teoría del recalentamiento de la tierra, a causa de las emanaciones crecientes del dióxido de carbono, se conocía en el siglo XIX. La toma de consciencia es reciente”. Ahora ese último informe -el mayor peritaje que se conozca sobre el cambio climático- cita que "en los últimos 650 mil años no se había dado tanta acumulación de dióxido de carbono con graves incidencias en América Latina, tanto que, por ejemplo, se está produciendo el retroceso y adelgazamiento de las masas de hielo de la Cordillera de Los Andes”, y es al mismo tiempo la mayor advertencia sobre los efectos de algunas actividades humanas.
Ahora, en ese escenario parisino se llegó a decir que inclusive apoyarían la decisión de una meta de 1.5 C°, es decir, lo increíble, que reducirían la contaminación