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SHANGHAI (AFP) -
En Shanghai, la ciudad más moderna y con más tendencias de China, hay una costumbre que algunos consideran hortera pero que se mantiene hoy día: pasear en pijama por la calle a plena luz del día.
"Nadie me ha dicho nunca que sea inapropiado y para mí no lo es", afirma Sun Mei, habitante de la ciudad ya jubilada.
Haciendo sus compras en un supermercado, no tiene complejos con su pijama decorado con personajes de los dibujos animados. "Hay muchos extranjeros en Shanghai que llevan escotes generosos, algunas mujeres no llevan ni sujetador, y eso me disgusta a mí", se defiende ante la posibilidad de que los pijamas disgusten a otras personas.
En esta megalópolis de 17 millones de habitantes no es raro ver el pijama conviviendo con las minifaldas o los trajes de chaqueta. Está presente por todas partes, en bicicletas o en una casa de té.
Una investigación reciente sobre la vestimenta que ya no estaba de moda pero seguía llevándose mostró que un 16% de los encuestados indicaban que ellos o miembros de su familia llevaban a menudo el pijama en público, y un 25% lo hacía de vez en cuando.
La ciudad está dividida porque, según un estudio dirigido por Yang Xiong, sociólogo de la Academia de Ciencias Sociales de Shanghai, el fenómeno se considera uno de los más desagradables de la ciudad junto a los excrementos de perro en el suelo.
"Los que llevan pijamas (en la calle) se desprecian a sí mismos, porque demustra su poco gusto y sus débiles cualidades personales", cuenta el sociólogo Hu Shoujun, de la Universidad de Fudan. "Es una falta de respeto hacia los otros, y sobre todo no es limpio", considera.
Para Chen Hong, redactora del sitio de internet de la versión china de la revista Elle, los que llevan pijama tienen pocas esperanzas de ser un día tendencia en el universo efímero y sin piedad de los fenómenos de moda.
Para Mou Lin, responsable adjunta de la firma de moda en Elle, una de las explicaciones de esta tendencia es que el pijama se parece a los trajes chinos clásicos.
No obstante, para el sociólogo Yang Xiong, la evolución de la sociedad china, empujada por las reformas económicas iniciadas a finales de los años 70, puede explicar el rechazo creciente de este fenómeno.
Hace diez años era normal llevar pijamas por la calle, pero la generalización de los apartamentos en grandes edificios ha cambiado las tornas, añade. "Shanghai se ha convertido en una metrópolis, la diferencia entre el espacio público y el espacio privado se ha acentuado y por eso los pijamas se han convertido en un problema", afirma.