La crisis política peruana ya se venía arrastrando y aún no ha terminado. Esta crisis llevó al país andino a tener seis presidentes en solo cuatro años de mandato, comenzando por Pedro Pablo Kuczynski, Martín Vizcarra, Manuel Merino, Francisco Sagasti, Pedro Castillo y ahora Dina Boluarte, a quien le toca luchar por llegar a terminar su mandato en junio de 2026 y no adelantar elecciones, como lo ha manifestado.
Las condiciones de esta crisis política han generado un escenario de incertidumbre que se ha manifestado en la fragmentación del voto. Los electores no se han ido a los extremos para concentrar su decisión en urnas, sino que han optado por partidos con propuestas intermedias, lo que ha generado que en las elecciones del 11 de abril de 2021 sean 10 partidos políticos que se han distribuido los 130 escaños parlamentarios, algo que ha condicionado el arribo de acuerdos.
Sobre este escenario es que comenzó la carrera por una segunda vuelta para Pedro Castillo y Keiko Fujimori, donde la estrategia de radicalización del discurso y el juego de suma cero llevaron a Perú a un escenario polarizado. Jennifer McCoy (2018) menciona que la polarización es un proceso por el cual multiplicidad de diferencias políticas crecientemente se alinean en una sola dimensión, y eso fue lo que ocurrió en la votación del 6 de junio, cuando los partidos electos debían decidir si apoyar a la izquierda de Castillo o a la derecha de Fujimori en base a promesas y alianzas de prebendas, pero nunca a partir de un acuerdo programático. Esto provocó alianzas débiles en torno a programas vacíos y una deuda para Castillo que no pudo pagar.
Si bien Castillo ganó estrechamente en segunda vuelta (50,13% de votos), en primera vuelta con solo 18,92%, logró 37 de los 130 escaños posibles, condicionando la gobernabilidad de su mandato en el Congreso a las alianzas que podría mantener. Y es que la radicalidad de su discurso en segunda vuelta le cerró parcialmente las puertas a la negociación con partidos que ideológicamente son opuestos, reduciendo su campo de acción congresal.
El año y medio de mandato de Castillo ya venía condicionado por lo anteriormente mencionado. El Legislativo había censurado varias veces al Ejecutivo, lo que provocó el cambio de cinco gabinetes y alrededor de 80 ministros en cerca de 18 meses, además de las denuncias por corrupción y sus vínculos con organizaciones terroristas.
Esta parte de la historia peruana aún no ha concluido, Dina Boluarte entra como presidenta en las mismas condiciones de gobernabilidad que lo hizo Pedro Castillo, en medio de un ambiente crispado política y emocionalmente, sumado a la ambición de otros partidos por llegar al poder y que van a apostar por la opción de adelantar las elecciones para lograrlo.
Muchos analistas ven como una de las principales causas de esta crisis extendida la configuración constitucional peruana donde tanto el Ejecutivo como el Legislativo, siguiendo el principio de equilibrio de poderes, pueden condicionar el funcionamiento del otro; sin embargo, el proyecto para iniciar el proceso constituyente está estancado justamente en el Congreso que no llega a un acuerdo para convocar a un referéndum que instale una Asamblea Constituyente.
Mario Vega Yañez es politólogo y docente de la UMSA.