El acontecer político en el Brasil no es solamente de interés regional, sino planetario. Con un territorio rico en recursos naturales, dos veces más grande que toda la Unión Europea y el peso demográfico de sus 214 millones de habitantes, es también la séptima potencia económica mundial. Compartir 3.423 kilómetros de frontera es para Bolivia como acostarse con un elefante, por ello la vinculación bilateral es de suprema importancia. Esa circunstancia, más la función internacional, me permitieron tratar cercanamente con varios mandatarios del gigante sudamericano desde el carismático Juscelino Kubitschek (1956-1961) durante su visita a Bolivia, pasando por el senador y literato José Sarney (1985-1990), a quien presenté mis credenciales como embajador de la Unesco, siguiendo con el profesor Fernando Henrique Cardoso (1995-2003), mi colega en la Academia de Ciencias de Ultramar de Francia y finalmente a Lula da Silva (2003-2011). Con ese recorrido, inútil es soslayar la comparación entre unos y otros. Esa inquietud me impulsó a pesquisar la bio-data y la personalidad del controvertido presidente Jair Bolsonaro. Ningún relato mas completo con lujo de detalles y sólida documentación de apoyo que Cauchemar brésilien (Pesadilla brasileña), cuyo autor Bruno Meyerfeld, en 361 páginas (Ed. Grasset-Paris, 2022), cual meticuloso detective escudriña la vida de su personaje desde su pobre infancia como nieto de aquel inmigrante italiano que dejó su nativa Padua en busca de El Dorado, hasta su paso sulfuroso por la Academia Militar, carrera que deserta al alcanzar el grado de capitán que le quedaba chico para su ilimitada ambición. Después de todo, Jair quiere decir en hebreo “el iluminado” y su segundo nombre Mesías, lo señala como al redentor social tan esperado en aquel electorado siempre decepcionado por la corrupción que impregna a los políticos de turno. Era tiempo de llegar al Parlamento y no le es difícil ganar la diputación federal por Rio de Janeiro donde se asentará por 28 años, sin brillo pero con perseverancia en sus planteamientos de ultraderecha. Para entonces, sus adláteres comienzan a apodarlo El Mito y, en verdad, se va construyendo esa narrativa, con ayuda de sus cuatro hijos varones, uno de los cuales, Carlos, se hace experto en usar las redes sociales, plantando fake news favorables al ascenso político de su padre. Una serie de cambios fugaces en la presidencia precede las elecciones de 2019, en las que con Lula preso, por corrupción, se allana la hoja de ruta del Mito, con su programa que incluye: “autoritarismo, privatizaciones masivas, liberalización en el uso de armas de fuego, reducción de la edad para culpabilidad penal, lucha contra el aborto, explotación ilimitada de la naturaleza, reducción de derechos de las minorías, alineación con los Estados Unidos …” Es decir, un menú apetitoso para el pueblo hastiado por la inseguridad y la corruptela. En la segunda vuelta de los comicios, el Mito recoge 55% de los votos y el 1 de enero de 2019 jura como presidente.
Meyerfeld, en su libro cuenta pasajes ciertamente alucinantes de la vida de Bolsonaro en el palacio Alborada de Brasilia: sus insomnios, su incomodidad con las obras de arte o con los mullidos sillones europeos, su preferencia por sentarse en el suelo, en shorts y chinelas. También relata sus múltiples gaffes en sus visitas al extranjero, donde resalta su obsecuencia con Donald Trump, a quien toma como modelo, hasta el extremo de sentirse halagado con su denominación de “Trump tropical” y seguir su huella negacionista para enfrentar la crisis de la pandemia del coronavirus o dudas acerca del cambio climático, lo que le valió fuertes críticas a nivel internacional.
Sin embargo, el Mito logró llegar, nuevamente, como candidato en las justas electorales de 2022 y perder por mínimo porcentaje en la segunda vuelta (51% vs. 49%) frente a su archirrival Luiz Inácio Lula da Silva, asegurándose, empero, una vasta representación parlamentaria y una decena de gobernaciones.
Bolsonaro se va, pero 58 millones de brasileños votaron por él, lo que significa una fuerza difícil de soslayar. El tiempo dirá si el Mito es realmente incombustible.
Carlos Antonio Carrasco es doctor en Ciencias Políticas y miembro de la Academia de Ciencias de Ultramar de Francia.