“Para Ricardo, con el poder de la poesía y el tiempo verdadero”. Así reza la dedicatoria del poeta para este lector. La otra, la que cuenta, está en la página que no lleva número (es la siete), “a mi madre”. El libro, presentado en olor de multitudes el año pasado en la Feria de agosto, se llama Insectario (editorial El Cuervo). Mientras lo leo y lo releo en caminatas y viajes se me ocurre otro título: Hermano mosquito. Cuando veo en septiembre una columna del escritor Antonio Muñoz Molina en el periódico El País, suplemento Babelia, me parece que también al español se le ocurren títulos para el poemario del Piñas. La nota de Muñoz Molina se llama Hermano escarabajo. Tiene esta frase: “Ahora que desaparecen los animales y las plantas es cuando nos damos cuenta de que esa ausencia es aterradora”.
Muñoz Molina juega a comparar insectos con poetas famosos. Trato de imaginar algo parecido con los nuestros: Blanca sería una buena abeja reina; Robertito, una polilla eterna; Humberto, una libélula que ilumina todas las noches; Camperito, un curucusí con luz de jaguar azul. ¿Cuándo ha sido la última vez que te has dado el lujo de perseguir con la mirada una mariposa?
En las infancias nuestras había caracoles, saltamontes, grillos, chicharras en el calor, lagartijas, sapos, golondrinas que hacían verano. En la casa del pueblo de mi abuela jugábamos a carreras de caracoles en la pared. Duraban toda la tarde. De wawas matábamos sin piedad. Un mosquito era un enemigo a exterminar; una mosca, la mejor víctima para ser torturada. Después de leer Insectariome siento culpable.
Piñeiro, el poeta, nos viene a decir que los insectos nos enseñan cosas. Las mariposas te dicen cómo te puedes transformar, cómo puedes arrancar otra vida dentro de la tuya, te recuerdan que nunca es tarde para comenzar de nuevo. El Piñas cita a Jaime Saenz en la página nueve, como si fuera un faro: “El insecto, en cierto modo, es el creador del hombre, porque le da la piedad y la medida de su grandeza. Ama al insecto, ten fe en él y no le des muerte nunca. Es el espejo de tu propio ser. Ámalo en vida e inventa formas de tumba para él luego de su muerte”.
En el Rijks Museum de Amsterdam hay una exposición llamada Clara en Onderkruipsels (Clara y las criaturas pequeñas). Clara es una hembra rinoceronte. Es de la India. Se hizo famosa en el siglo XVIII paseando por media Europa. En el museo, junto a dibujos de ella, hay doscientos insectos, arácnidos, anfibios; son animales atractivos para la ciencia; fascinantes para escritores y artistas. Hay hormigas soldado de un metro de alto. Es una instalación del colombiano Rafael Gómez Barros.
Las hormigas son nómadas (como nosotros); son laburantes, resilientes y solidarias. Aguantan todo. A veces hasta creo que pueden convertirse en mariposas. Son mal vistas, pero. El colombiano las usa como metáfora para combatir la xenofobia y el racismo; esos dos bichos asquerosos. Hasta el siglo XVI los insectos tenían mala fama, satánica incluso. Los reptiles se llevaban la peor parte.
Mosquito y piedra es un diálogo sordo entre el poeta que tiene nombre y apellido y el mosquito que no tiene aunque el poeta lo haya bautizado sin su permiso. Ahora se llama Harry Anópheles. ¿Puede un mosquito responder al nombre de Harry? En el poema de la página treinta y siete, el escritor se pone al servicio del hermano mosquito: estamos para que él fecunde sus huevos en nuestra sangre, en todas las sangres. No se puede explicar este intercambio. Recuerda a Saenz: somos el espejo.
El siciliano Gorgias nació en el año 480 antes de Cristo en Lentini, toda una declaración de principios. Fue el filósofo sofista, por antonomasia. Alumno de Empédocles, es considerado el padre de la oratoria. Gorgias era una ferviente creyente de la palabra. La palabra, como potente monarca (nombre de una hermosa mariposa); la palabra, de minúsculo cuerpo (como la hormiga obrera); la palabra que elimina miedos y dolores, que trae alegría y luz (como la libélula de Humberto o el curucusí de Camperito).
Gorgias fue un maestro nómada, iba de ciudad en ciudad buscando estudiantes y daba conferencias, las primeras. Tenía escritos (la mayoría se han perdido) pero también improvisaba, como los grandes del jazz. Lo hacía a pedido del público. Elogio de los mosquitos es uno de los pocos textos que conservamos. La adoxografía es el elogio de una material trivial o básica. Insectario es adoxográfico como el Encomio de la mosca de Luciano de Samosata.
Gorgias cree que nada existe; cree que si algo existiese sería incognoscible y cree que si fuera conocible sería incomunicable. La inmortalidad del alma de un mosquito es incomunicable, como este primer poemario de Juan Pablo Piñeiro; una lección de renacimiento, una lección de tiempo verdadero.
Ricardo Bajo es periodista y director de la edición boliviana del periódico mensual Le Monde Diplomatique.