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LOS ÁNGELES (EEUU).- Cuando otros cumplen su edad, ven en el espejo las arrugas que ya no se disimulan con la frase "soy muy expresivo". Cuarenta años marcan, digan lo que digan algunos. Y juntos los han celebrado Mowgli, Baloo, Bagheera, Kaa, el rey Louie y hasta el temible tigre Shere Khan, el amo indiscutible de esta jungla. 'El libro de la selva', la última película en la que participó Walt Disney antes de su fallecimiento en 1966, vuelve a los estantes por su cumpleaños.
Para la fiesta, ha vestido su mejor traje: un proceso de restauración en el que han invertido su esfuerzo 25 personas, entre artistas e informáticos. Se ha escaneado, analizado, procesado y limpiado cada uno de los 123.000 fotogramas. Recuerden, hablamos de un título del cine clásico animado.
Una película, con tantos fieles, en la que cualquier cambio en la imagen o en el color de los personajes no pasan desapercibidos. Aunque no lo crean, tanto como para que haya protestas. Visiten si no los foros en Internet de los fans y lean sus crudas sentencias. "No añadimos nada, no tocamos los colores", explica Theo Gluck, director del departamento y uno de los responsables de que el legado de la factoría no sufra ningún daño. "Trabajo con un equipo extraordinario que devuelve a estos títulos la calidad que ni siquiera se pudo ver en su estreno", dice Gluck, "no creamos esa película, simplemente la preservamos".
La cinta fue de aquellas que marcaron una época. Se estrenó en la temporada navideña de 1967 en el legendario Teatro Chino de Los Ángeles. El éxito fue tal que, con las frías cifras como ejemplo, recaudó 40 millones de dólares, sólo superada por 'Blancanieves' entre los filmes de Disney.
La parte más sentimental la puede explicar Bruce Reitherman, quien prestó a Mowgli su flequillo travieso, sus gestos y su voz. Su padre, 'Woolie' Reitherman, fue el director de 'El libro de la selva' y el hombre al que el jefe Disney eligió para que tomara el testigo de los largometrajes animados —marca estrella de la casa— después de su muerte.
Charlamos con él en el edificio que los estudios Disney tienen en Glendale, una localidad en los alrededores de Los Ángeles, muy cerca de Burbank, donde se asienta la sede, la misma que cuenta con los siete enanitos que, a modo de cariátides, sostienen la estructura. Las oficinas albergan el archivo completo de dibujos, modelos, fondos de cristal, una historia de 80 años que incluye los originales de Salvador Dalí para el cortometraje 'Destino' y a Lucky, el conejo, el personaje más viejo de la casa y antecedente claro de Mickey Mouse. También a las marionetas que Tim Burton utilizó para 'Pesadilla antes de Navidad' (1993).
Mowgli-Reitherman, actualmente director de cine especializado precisamente en documentales sobre naturaleza, recuerda que el proceso desde que se decidía hacer una película de animación hasta que finalmente se realizaba era tan largo, que al chico que había comenzado a grabar los diálogos del niño criado por los lobos, inspirado en la obra de Rudyard Kipling, le cambió la voz.
En el nuevo casting participaron una decena de actores infantiles que interpretaban el personaje, pero Walt Disney no quería una actuación, quería las reacciones espontáneas de un niño real. La solución estaba muy cerca: el hijo pequeño del director, que entonces tenía nueve años. "Yo no actuaba, era un niño", explica Reitherman, al que la experiencia le marcó como cineasta y como amante de la naturaleza más salvaje.
"Era el hijo de todo el equipo, me divertí mucho durante aquellos tres años a pesar de que el trabajo era duro. La relación que tuve con mi padre y con los animadores se puede comparar un poco a la que tienen Mowgli y Baloo en la película", explica Reitherman.
Aunque no todo eran risas: "A veces era frustrante tener que repetir un diálogo cientos de veces, pero lo recuerdo como una experiencia maravillosa". El día del estreno, sobre la alfombra roja, se sintió como una estrella, "hasta era entrevistado y grabado por las cámaras de televisión. La película fue un éxito".
Otra persona que también guarda como un tesoro aquellos momentos es el compositor Richard Sherman. Junto a su hermano Robert, creó la mayoría de las canciones del filme, una banda sonora alegre, pegadiza y llena de energía, que contagia de optimismo hasta las escenas más tensas. Quién ha olvidado el 'I wanna be like you' ('Quiero ser como tú') que canta el loco mono Louie o 'Trust in me' ('Confía en mí'), la hipnótica canción con la que la serpiente Kaa intenta atraer a Mowgli y merendárselo.
Los hermanos Sherman, candidatos en nueve ocasiones al Oscar y ganadores de dos estatuillas, son también autores de los temas de películas como 'Mary Poppins' (1964) o 'Chitty Chitty Bang Bang' (1968) y de 'It's a small world', la canción más traducida de la historia, la que se escucha en una de las atracciones más legendarias de todos los parques Disney alrededor del mundo.
"Fue algo magnífico. Hubo muchas anécdotas en aquellos años. Por ejemplo la elección de Louie Prima —un intérprete de jazz— para dar vida al mono loco", relata este músico. Su hermano y él fueron a buscarlo a Las Vegas, donde actuaba con su banda, después de desechar la idea de Louis Armstrong. "¿Estáis tratando de que haga de mono?", preguntó Prima. "Me encanta, quiero hacerlo", se contestó él mismo.
"En 'El Libro de la Selva' trabajábamos sin guión, íbamos secuencia a secuencia. Así que cuando terminamos 'I wanna be like you' a todo el mundo le encantó. Entre todos pensamos quién podía ser el jefe de los monos: estaba claro, Louis Armstrong, uno de los músicos más importantes del siglo XX. La decisión estaba tomada, pero alguien preguntó en voz alta: '¿Qué pasará si escogemos a una persona de raza negra para interpretar a un mono?' y de ahí el cambio".
Sherman, un hombre afable y con los modales elegantes de otra época, esboza con sus palabras un perfil de Disney, junto a quien trabajó 10 años, y al que recuerda como "un auténtico líder, alguien que sabía sacar a la gente su talento. Una persona de gran corazón y muy especial". Él vivió la noticia del fallecimiento cuando daba los últimos toques a 'El Libro de la selva', para Sherman, "el diamante de la corona de Disney".
Antes, dio tiempo a poner el cartel de 'The End' en la película, aunque no llegó a verla terminada. "Todos llegamos a un acuerdo de cómo sería el final. Tenía que haber una razón poderosa para que Mowgli aceptara volver con los hombres y dejar a Baloo y la selva", rememora Sherman. El gancho fue una chica guapa. "Hicimos una canción con una voz dulce y seductora, que tuviera la habilidad de hacer que el chico la siguiera".
Misión cumplida. Baloo y la pantera Bagheera se alejan bailando hacia la puesta de sol. Despedida de la jungla, y según el equipo, despedida del jefe. Uno de los animadores del estudio, Eric Goldberg, señala: "Creo que fue una forma en la que Walt nos dijo 'la vida sigue' y una manera magnífica de culminar su carrera".