El aprendiz de brujo —el poema de Goethe que fue adaptado y llevado a la pantalla por Disney en 1937— nos da un punto de partida para hablar de alienación en clave marxista.
Sin la capacidad ni el conocimiento en las artes mágicas y sobrenaturales, el aprendiz de brujo pone en movimiento una serie de fuerzas que no sabe controlarlas, pero las desencadena y se vuelven en su contra.
La escena central del poema de Goethe adaptado por Disney y con la extraordinaria música de Paul Dukas, es aquella en la que el aprendiz ordena a la escoba traer agua, entonces, la misma cobra vida y hace el trabajo del aprendiz hasta que éste se duerme, soñando que controló con su magia a la naturaleza. Cuando todo está inundado, el aprendiz despierta, se enfada y llama a la escoba “engendro del infierno”, toma el hacha y busca hacerla añicos, sin embargo, crea un ejército de escobas que todo lo desordena creando más caos. El aprendiz busca más magia para detenerlas, pero ya es tarde. Este es el punto central de la alienación vuelta reificación.
Dejando de lado a Disney, y recurriendo al filósofo Adam Schaff, podemos caracterizar la alienación de la siguiente manera: primero, el ser humano crea determinadas cosas (leyes, instituciones, dinero) con la finalidad de alcanzar determinados objetivos sociales; segundo, las creaciones se desarrollan autónomamente y en determinado momento se ponen en contra de los objetivos creados e incluso en contra de sus creadores; tercero, estas construcciones se vuelven una fuerza independiente y dominante, cada vez más extraña al ser humano, y en determinado momento se reifican, es decir, se objetivizan y vuelven naturales, al punto que empezamos a pensar cómo hacerles frente, olvidando que fuimos nosotros los que las creamos.
Una parte de la idea de alienación de Marx fue tomada de Hegel y de Feuerbach, quienes señalaban que el ser humano se despoja de sus más altas cualidades para transferirlas a una divinidad; creada esta divinidad se opera un desplazamiento, pues los sujetos que crean a dios se vuelven objetos del mismo, así el ser humano es el objeto creado por dios (y no al revés), y es este dios quien le prescribe el camino de la salvación, camino bajo el cual será necesario el sacrificio de algunos seres humanos.
Podemos cambiar la idea de dios a otras entidades como el Estado, el dinero, entidades que se reifican, se objetivizan, se naturalizan, es decir, se vuelven reales y frente a las cuales el ser humano cree que nada puede hacer para controlarlas. De tiempo en tiempo considera que algo se puede hacer, es entonces donde la historia nos recuerda al aprendiz de brujo que pretende buscar más magia para parar las escobas y el caos, pero en el poema de Goethe o en la versión adaptada de Disney, el aprendiz nada puede hacer.
Farit Rojas T. es docente investigador de la UMSA.