Un niño mira a la cámara junto a la carretera bloqueada del aeropuerto 'Rafik Hariri', en Beirut. (Foto: EFE)
Actualizado jueves 08/05/2008 22:24
MÓNICA G. PRIETO
BEIRUT.- En los pasillos impolutos del Aeropuerto Internacional Rafic Hariri de Beirut, los empleados deambulan como si nada ocurriese, mientras la megafonía vocea las consabidas consignas sobre el tabaco y el equipaje. La cafetería sigue abierta, aunque sólo cinco clientes apuran sus bebidas, al tiempo que agotan su paciencia en una espera que lleva ya dos días.
Se trata de los únicos viajeros del aeropuerto que no han podido salir de ahí ni volar a sus destinos ya que Hizbulá y Amal, la oposición chií del Líbano, mantienen cerrados los accesos al aeródromo desde el miércoles. Los milicianos han secuestrado de facto el lugar, han dejado al Estado sin autoridad en la zona y han puesto al país al borde de la guerra civil.
Nabil, un británico libanés de 60 años, ha llegado la madrugada del jueves con la esperanza de tomar su vuelo a Londres y participar en la graduación universitaria de su hija, todo un evento familiar. «Cuando llegué a la primera barricada, expliqué a los militantes mi situación y decidieron acercarme en moto hasta la terminal», explica.
Las motocicletas de los jóvenes, muchos de ellos embozados y ataviados con camisetas negras y gorras de Amal, son las únicas que circulan en el último kilómetro que comunica el aeropuerto con Beirut, una avenida que atraviesa el sector de Dahiye, que alberga a 1,2 millones de chiíes. La única alternativa es hacerlo a pie, pues la carretera está cortada por neumáticos ardiendo, adoquines o contenedores volcados que también han sido incendiados.
Cuando Nabil superó las barricadas, se topó con el último 'checkpoint', éste militar. Los oficiales sólo le permitieron el paso a pie. "Una vez aquí, nadie sabe nada. Los vuelos han sido suspendidos. Si la situación no cambia, tendré que hacer el viaje inverso a mi casa", lamenta.
Dino Stylianou, un hombre de negocios griego también atrapado en la terminal, no tiene un domicilio al que regresar, como tampoco lo tienen los tres franceses que se afanaban ante la pantalla de un portátil en busca de información.
Coches calcinados en el barrio de Ras al Nabaa. (Foto: M.G.P.)
"Estamos en contacto con las embajadas francesa, británica y norteamericana. Nos dicen que debemos esperar, que hasta que Hasan Nasrala (líder de Hizbulá) no se pronuncie no saben cuál es la situación. También nos dicen que están tratando de negociar con Hizbulá para que reabran el aeropuerto", explica.
El Este cristiano y el Oeste musulmán de Beirut han quedado virtualmente cortados, como ocurrió durante la guerra civil.
Los militares, fuertemente desplegados en la ciudad, permanecen apostados en las esquinas, mientras la anarquía se apodera de barrios enteros, pero sin instrucciones claras sobre cómo intervenir. Si el Ejército reprime a los chiíes, será acusado de partidista y se convertirá en un objetivo de Amal y Hizbulá.