En un territorio de tan solo 51.000 kilómetros cuadrados, Costa Rica alberga un 7% de la biodiversidad del planeta, donde conviven al menos 230 especies de mamíferos, 850 especies de aves y 12.000 tipos de plantas, característica que explica por qué uno de los éxitos del país fue colocar los temas ambientales como centro de sus estrategias políticas y económicas, donde la naturaleza es el eje central para mejorar las condiciones de vida de las personas, sus capacidades y libertades.
Todo esto ha posicionado al país en el mercado internacional como destino turístico y de inversión responsable. Así, la ruta del turismo en Costa Rica se ha caracterizado por ser una actividad sostenible, que respeta los ecosistemas.
El Instituto Costarricense de Turismo (ICT) es la entidad pública encargada de promover y organizar al sector turístico, en tanto el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (Sinac) del Ministerio de Ambiente y Energía (Minae), administra los parques nacionales y otros sitios con protección que se han convertido en puntos de atracción de visitantes, ambas entidades con el objetivo de contribuir al desarrollo económico, social, cultural y ambiental.
La sostenibilidad que orienta las políticas públicas busca una interacción equilibrada de tres factores esenciales dentro de la industria del turismo: la administración y gestión apropiada de los recursos naturales, de los culturales y, sobre todo, busca mejorar la calidad de vida de las comunidades que están asentadas cerca o en los alrededores de las áreas protegidas.
El turismo se ha convertido de esta manera en uno de los principales sectores económicos. Según datos del ICT, antes de la pandemia Costa Rica recibía alrededor de 3 millones de turistas por año, generando ingresos que representaban aproximadamente el 8,2% del Producto Interno Bruto (PIB). Estos niveles cayeron en pandemia, pero están en franca recuperación desde 2022.
Lea también: El Bicentenario de Costa Rica
En las últimas dos décadas, la innovación como destino ha motivado que el ICT pasara de fomentar el turismo de naturaleza y playa, a explorar otras fortalezas de Costa Rica como destino cultural, de aventura, y poco a poco, también de ruralidad.
El Turismo Rural Comunitario (TRC) se ha ubicado como un modelo exitoso que ha permitido una combinación de disfrute de mar, ríos, bosques, gastronomía, a permitir que se conozcan la multietnicidad y pluriculturalidad de la identidad costarricense.
Esta modalidad del turismo vincula a una comunidad como un destino turístico, impulsando el crecimiento de la economía local a través de experiencias turísticas en relación con la naturaleza, la cultura, el entorno social y productivo.
Es importante hacer énfasis que el turismo rural comunitario en Costa Rica no solo busca impulsar la economía de las comunidades, sino que tiene un claro objetivo de preservar la identidad étnica y la valoración y transmisión del patrimonio cultural de las comunidades, rurales e indígenas de todo el país.
Por otro lado, es importante señalar que a la industria turística se han incorporado de manera colaborativa y armoniosa los empresarios, las comunidades rurales, organizaciones no gubernamentales, agencias de Naciones Unidas y el Estado, con el propósito de mejorar la competitividad, la autogestión comunitaria y el uso inteligente de los recursos naturales y su conservación.
En conclusión, el TRC es una forma de desarrollo sostenible que beneficia tanto a los visitantes como a las comunidades, ya que favorece la conservación del medio ambiente, la valorización de la cultura y la generación de ingresos para las familias rurales.
Además, en el plano internacional se busca incentivar la reputación positiva del país por medio de la marca país Esencial Costa Rica, desde la cual se promueve integralmente el turismo, las inversiones y las exportaciones de la mano de la cultura e idiosincrasia de los costarricenses.
(*) Guillermo Rodríguez Romero es embajador de Costa Rica en Bolivia