El 28 de julio se inauguró una casa museo en Sopocachi. Se trata del inmueble que fue el estudio de Inés Córdova y Gil Imaná. La entidad a cargo de este inmueble y de las 6.000 obras donadas por los artistas —la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia (FCBCB)—, ha realizado una encomiable puesta en valor del inmueble ubicado en un tradicional barrio paceño, cuyo carácter e identidad está siendo borrado por el negocio inmobiliario.
Los trabajos de recuperación fueron atinados. Primero, porque rescataron la estructura existente sin grandes modificaciones. Y eso es de destacar, porque no se cometieron los excesos realizados en otra casa museo situada muy cerca, donde se construyó un enorme edificio en busca de una injustificable modernización. Las casas museo —a diferencia de los museos en general— deben ser realizadas siguiendo la memoria de sus propietarios: conservando sus muros, sus vanos, la estructura de los ambientes; en suma, conservando la atmósfera que los artistas imprimieron en vida a la edificación. Conservar esta discreta edificación, situada en una importante esquina, será en el futuro una muestra del valor arquitectónico de una época paceña, momento en el que Inés y Gil la habitaron.
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Según la FCBCB, esta fase será completada con los trabajos de recuperación de la segunda planta. Por mi experiencia, debo mencionar que un museo o casa museo es más que un edificio. Es ante todo una institución que debe garantizar su sostenibilidad con todos los recursos humanos y técnicos para la salvaguarda de las obras donadas, para su conservación, catalogación, investigación y preparación curatorial de futuras exposiciones. Es todo un grupo humano lo que hace vivir a los museos. La parte campechana de todo el proceso es hacer el edificio; las personas, institucionalmente organizadas, son el espíritu de cualquier repositorio cultural.
La recuperación está correctamente lograda, pero manifiesto mi discrepancia con una parte del concepto. El diseño museográfico se inicia con una sala temporal, un ambiente inusual en una casa museo. En un museo general se pueden tener salas temporales para cualquier finalidad expositiva; pero, iniciar el recorrido de la Casa Museo de Inés y Gil con la exposición de un grupo de artistas emergentes (de un Salón de Invierno que está saturando los muros) es un desacierto que solo aporta “ruido” visual e histórico, y confunde a los visitantes. Se deben ubicar esas exposiciones en otro ambiente. El principal recorrido museográfico de este nuevo espacio debe estar dedicado exclusivamente a las obras artísticas y objetos/memoria que nos legaron esta notable pareja de artistas bolivianos.
(*) Carlos Villagómez es arquitecto