El tercer caso humano de H5N1, reportado el jueves en un trabajador agrícola en Michigan que experimentaba síntomas respiratorios, nos dice que la situación actual de la gripe aviar se encuentra en un peligroso punto de inflexión. El virus se está adaptando de maneras predecibles que aumentan su riesgo para los humanos, lo que refleja nuestra incapacidad para contenerlo desde el principio. Las soluciones a esta crisis que se está gestando, como las pruebas integrales, han estado ahí desde siempre y se están volviendo cada vez más importantes. Si seguimos ignorando las señales de advertencia, solo nosotros tenemos la culpa.
El H5N1 ha sido durante mucho tiempo más que un problema de aves. El virus ha llegado al ganado lechero en nueve estados y ha afectado a 69 rebaños que conocemos. De los tres casos humanos de H5N1 que se han identificado, todos involucran a trabajadores agrícolas que estuvieron en contacto directo con vacas o leche infectadas. Los dos primeros casos fueron relativamente leves y presentaron síntomas como irritación ocular o conjuntivitis. Sin embargo, el caso más reciente ha mostrado signos más preocupantes, incluida la tos.
La aparición de síntomas respiratorios es desconcertante porque indica un cambio potencial en la forma en que el virus afecta a los humanos. La tos puede propagar virus más fácilmente que la irritación de los ojos. Se deben esperar nuevos síntomas a medida que el virus continúa propagándose y adaptándose a los humanos. Sin embargo, nuestra respuesta a este peligro inminente ha sido lamentablemente inadecuada, particularmente en el área de las pruebas.
Los casos no detectados de H5N1 significan que las personas infectadas pueden seguir propagando el virus sin saberlo. Esto es especialmente peligroso en comunidades agrícolas donde es común el contacto cercano con animales y otros trabajadores. Cada caso perdido es un eslabón potencial en una cadena de transmisión que podría conducir a un brote más amplio.
Es por eso que necesitamos una estrategia nacional sólida de pruebas, coordinada por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, que incluya pruebas de diagnóstico y serológicas. Esto debería ir acompañado de esfuerzos de extensión de los departamentos de salud estatales y locales para garantizar que los trabajadores agrícolas tengan acceso a las pruebas y se sientan seguros al utilizarlas.
Estados Unidos también debe mejorar la vigilancia y la recopilación de datos para tener una imagen más clara del brote. Esto incluye aumentar las pruebas en áreas con infecciones conocidas, realizar exámenes periódicos de las poblaciones en riesgo por parte de los departamentos de salud estatales y locales y utilizar enfoques innovadores como la vigilancia de las aguas residuales para detectar el virus en las comunidades de manera temprana.
Para nublar aún más nuestra comprensión del brote, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos ha tardado en compartir datos de secuencia viral de importancia crítica de animales infectados con el virus H5N1. Si bien varios estados informan continuamente sobre nuevas infecciones en vacas, el USDA no ha compartido una secuencia de virus recolectada de una vaca en varias semanas.
Este brote de H5N1 es una advertencia. El reporte de síntomas respiratorios no es una buena señal y esta no es una buena forma de prevenir una pandemia.
TRIBUNA 2
(*) Rick Bright es columnista de The New York Times